JRR Tolkien, el autor de El Señor de los anillos, afirmó: “no todos los que viajan sin rumbo están perdidos”. Dicho de otra forma, perderse, confundirse y sentir en la piel la evidencia de plantearse una mejora o un nuevo futuro, suponen un buen indicio para reciclarse y para retomar las riendas de nuestra vida profesional. Efectivamente, nunca dejamos de aprender y siempre estamos a tiempo de tomar decisiones y definir o redefinir nuestras metas.
Cualquier momento es bueno para reinventarnos.
Si coincidimos en esta apreciación, entonces siempre encontraremos el momento oportuno para decidirnos a continuar y mejorar en la situación la que estamos, o bien para comenzar a trazar un nuevo camino. Y por favor, evitemos aquí las excusas del estilo: “Ya estoy grande y es lo que hay”, “Ya estoy fuera de competencia” o “No tengo tiempo para cursillos que poco o nada podrán sumar a mi perfil”. Existen muchos casos que “rompen” con estas creencias conformistas y vacías de realidad.
Por ejemplo el caso Amancio Ortega, fundador de Zara, dependiente de tienda de ropa hasta los 30, y JK Rowling, la creadora de Harry Potter, madre soltera desempleada hasta los 31. Todos sabemos que esos casos pueden funcionar como inspiración y nos recuerdan que se puede cambiar -incluso radicalmente- de trayectoria profesional en cualquier momento y por más impensado que parezca. Aunque, igual que ellos, existen un sinfín de profesionales cercanos y anónimos que nos inspiran porque han cambiado o están intentando cambiar sus vidas de una manera más modesta y gradual.
Necesitamos ser conscientes de que la flexibilidad, la creatividad y la adaptación deben mantenerse -sobre todo hoy- como una constante.
¿Por qué digo esto? Más allá de la situación particular de cualquier persona en un momento puntual de su vida, sabemos que la permanencia en la vida laboral es cada vez más larga, que el empleo para toda la vida ya no existe, y que en muchas ocasiones, son factores externos nos “obligan” a reinventarnos: prescinden de nuestro trabajo, nos cambian de puesto y/o quedamos fuera por falta de liderazgo, de trabajo en equipo, de iniciativa, etc. Y ahí, cuando otros toman las decisiones por nosotros, es cuando nos agarran las prisas y la desesperación. Mario Alonso Puig resume esta situación con estas palabras:
“Las personas sólo cambiamos de verdad cuando nos damos cuenta de las consecuencias de no hacerlo”
No obstante, el cambio está en nuestras manos y de lo único que requiere es de nuestra iniciativa para comenzarlo. Cuanta más anticipación, menos improvisación. Cuanto más autoconocimiento, menos indecisión. Cuanta más preparación, menos sorpresas. Porque todo es diferente si tomamos la decisión de responder a la realidad laboral, haciendo y fortaleciendo la mejor versión profesional de nosotros mismos.
Efectivamente, para dar con esa mejor versión profesional y con el objetivo de mejorar nuestro actual desempeño, para redirigir nuestra carrera profesional o para cambiar el rumbo de nuestro proyecto laboral, etc., un proceso de coaching ejecutivo es altamente eficaz. Así nos lo señala Ester González, directora de Optímas que, entre otras cosas, asegura: “Cualquier proceso de cambio comienza por descubrirnos y saber qué hay en cada uno de nosotros”.
Según Perry Zeus y Suzanne Skiffington, “el coaching ejecutivo es una relación individualizada y de colaboración, entre un ejecutivo y un coach, con el objetivo de conseguir un cambio sostenido en su comportamiento y transformar su calidad de vida personal y profesional”.
Ahora bien, si dentro de ese mismo proceso utilizamos NeuroQuotient®, el cambio puede ser mucho más rápido, certero, eficaz y sostenible.
¿Por qué? Porque partimos de un estado actual que, lejos de la fantasía, nos permite poner realidad sobre muchas cuestiones. Veamos un poco más.
Esta herramienta -de base científica- nos permite conocer la información que hay en nuestro inconsciente y hacerla evidente de una manera práctica y rápida. Entre otras cosas, nos facilita hacer conscientes los patrones inconscientes que rigen todos nuestros comportamientos; aquellos que necesitamos modificar, aquellos que necesitamos mejorar y otros que ya no nos resultan funcionales en nuestra vida.
Por ejemplo, en el supuesto que hemos planteado “encontrar nuestra mejor versión profesional”, necesitamos conocer cómo es nuestro comportamiento -hoy-; cómo es nuestra percepción, personalidad, emociones y conducta.
Partiendo de este estado actual que nos permite evidenciar NeuroQuotient® -como si fuera una foto-, es mucho más sencillo identificar los aspectos en los que necesitamos focalizar para alcanzar el estado deseado; o sea, nuestra mejor versión para hacer lo que queremos hacer.
Y me detengo aquí para repasar otro ejemplo. Juan ha decidido trazar un nuevo camino y emprender un negocio por su cuenta. Sabe que para ello necesitará aprender a delegar, a tomar decisiones bajo presión, a gestionar su estrés y a fortalecer sus competencias de liderazgo, entre otras cosas. ¿Qué le revelará neuroquotient®? Cómo está en cada unos de esos aspectos (y otros) hoy. Cómo está, qué le falta, qué tiene y qué necesita mejorar.
Está claro que una vez que somos conscientes de nuestras eficacias y limitaciones, de nuestras debilidades y fortalezas, de nuestras carencias y necesidades, es más fácil tomar las decisiones que tenemos que tomar para alinearlas con el objetivo que queremos conseguir. Por todo ello, esta herramienta resulta invaluable dentro del proceso de coaching ejecutivo y dentro de cualquier proceso de crecimiento y desarrollo personal.