¿Es suficiente pensar, sentir y actuar en coherencia?

Muchos programas de desarrollo personal nos proponen llevarnos a esta nivel óptimo de coherencia, sin embargo, hay un pequeño detalle que siempre se omite. Quiero decir, habitualmente pensamos, sentimos y actuamos en coherencia, sin embargo, y aquí el detalle, lo hacemos sin que todo aquello este en línea con nuestros deseos, metas y/o necesidades. Veamos de qué hablamos.

Efectivamente, podemos proponernos cualquier cosa; por ejemplo, ahorrar para hacer un viaje de vacaciones, pero si en ocasiones anteriores no lo hemos logrado -y nada hemos cambiado en nosotros- ¿por qué suponemos que esta vez sí lo lograremos? Muchas veces es difícil desarrollar esta mirada porque supone comprender cómo funciona nuestro cerebro en nuestro quehacer cotidiano. No necesitamos grandes desafíos para entenderlo y, de hecho, basta con el pequeño ejemplo que hemos dado para comprender de qué se trata.

En el supuesto planteado podemos deducir que en estas vacaciones deseo ir al caribe porque mi objetivo es descansar. No perdamos de vista la palabra deseo y la palabra objetivo; este último término unido estrictamente al primero. Para ello, necesito ahorrar mes a mes una suma fija de dinero. El primer mes, como en tantas otras ocasiones, no lo consigo porque tengo un gasto imprevisto; aunque tampoco lo consigo el segundo y el tercer porque me he rendido a unos caprichos.

 

De esta forma, cuando me quiero dar cuenta, entiendo que finalmente tendré que resignar el destino y buscar algo más cercano y accesible -como cada año, claro-. Ahora bien, si analizamos detenidamente el supuesto, veremos que en realidad SÍ existe coherencia en la forma de pensar, sentir y actuar (inconsciente) que me deja siempre en el mismo lugar porque está desconectada del deseo y del objetivo (consciente).

 

Esto sucede porque todo lo que pensamos, sentimos y hacemos tiene un altísimo porcentaje de “piloto automático”, pero aún así, es coherente.

Esto significa, entre otras cosas, que si no alineamos lo consciente y lo inconsciente, nuestros comportamientos nunca responderán al deseo u objetivo que queremos, incluso aunque lo gritemos con todas nuestras fuerzas. Entonces, ¿el cerebro nos hace trampas?

 

Pues sí y no. Recordemos que el cerebro es noble y quiere resguardarnos de tomar riesgos, por ello escoge patrones conocidos que  han funcionado previamente en situaciones similares. Él sabe -por ejemplo- que un capricho nos hace bien y prioriza esta recompensa inmediata a la recompensa a largo plazo que nos dará el descanso.

 

Pero, de acuerdo a lo visto y en función a que no responde a nuestra planificación, ¿podríamos tildarlo de incoherente? Pues no. Él es coherente con lo aprendido y desarrolla patrones de comportamiento para mantenernos seguros. El pequeño ejemplo que hemos dado es sólo eso, un pequeño ejemplo. Sin embargo, esa misma forma de funcionar se replica también en grandes proyectos de mediano y largo plazo. Por ejemplo, imaginemos que queremos terminar -por fin- la carrera de abogacía, pero nuestro inconsciente tiene guardada información que asocia esa profesión con personas deshonestas, ¿creemos, de verdad, que si no cambiamos esa asociación lograremos el objetivo?

 

¿Y entonces? Vayamos al grano. Los únicos responsables de esa falta de alineación somos nosotros mismos. Como sabemos y hemos visto de sobra en artículos anteriores, está en nuestro poder el hecho de revisar esos patrones inconscientes para eliminarlos, cambiarlos o crear otros nuevos más acordes y funcionales a nuestra vida hoy y a nuestros proyectos.

Esta posibilidad nos la simplifica un proceso de coaching con neurociencia.

La diferencia sustancial que supone el neurocoaching, como se lo llama habitualmente, es que nos permite tomar conciencia sobre los circuitos neuronales inconscientes que originan nuestros comportamientos y, basándose en la neuroplasticidad, nos facilita el cambio, la modificación y o la creación de nuevas sinapsis. Es decir, nuevas redes neuronales más alineadas y más coherentes con nuestros proyectos de vida -conscientes- y actuales.

 

Por ejemplo, en el primer ejemplo que hemos dado, el neurocoaching nos permitiría comprender por qué en nos rendimos a un capricho inmediato y breve en vez de concentrar nuestra voluntad en conseguir un merecido y placentero descanso vacacional. En el segundo ejemplo, el neurocoaching nos permitiría identificar esa asociación inconsciente: abogado=deshonesto, para cambiarla. Al final, ¿para qué nos sirve esa información almacenada a partir de una mala experiencia o de un comportamiento exclusivo de una persona? Pues lo cierto es que no nos sirve de nada porque generaliza una cualidad arbitrariamente; no obstante, allí guardada, es un obstáculo fuertemente limitante en nuestro proyecto vital.

 

En cualquier caso, y aunque todo esto que hemos contado puede parecer un proceso tedioso y extenso, no lo es. Gracias a NeuroQuotient®, herramienta con solidez y base científica, nos es posible detectar la información que hay en nuestro inconsciente de una manera práctica, rápida y eficaz, para poder trabajarla inmediatamente.

 

A través de este proceso de neurocoaching conseguirás, entre otras cosas:

  • Identificarlos patrones que te llevan a auto-sabotear los proyectos.
  • Conocertus fortalezas para potenciarlas y apoyarte en ellas.
  • Ordenarlos pensamientos, emociones y acciones para ser más eficiente.
  • Entendercómo funciona tu cerebro para empoderarte.
  • Desarrollarnuevas conexiones neuronales más óptimas para tu vida actual.
  • Alcanzarmejores resultados en menos tiempo.

Sobre todo, conseguir seguridad personal, energía, concentración y foco.

Scroll to Top